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"El arte de embellecerse ha existido desde los comienzos de la civilización, siempre es bueno contar con una piel sana y limpia, porque es lo primero que mostramos y es la base de una buena impresión. Por ello han surgido profesiones dedicadas a tan incesante labor, aunque muchas veces la diferenciación entre ellas pareciera ser sólo el nombre. A continuación se mencionará en qué consiste cada una.
Dina Krinsky, dice que la cosmetología es la parte de la medicina que trata especialmente de los cuidados, el aseo, el embellecimiento y la salud de la piel. Es un término que se utiliza mucho últimamente, siempre encontramos anuncios de profesionales en cosmetología que ofrecen los servicios de restauraciones faciales y tratamientos diversos; pero, ¿de dónde viene la cosmetología?
El nombre proviene de la palabra griega Kósmetikis, o adornar; se han encontrado rastros de la utilización de utensilios de belleza y de derivados de productos naturales para la búsqueda del mejoramiento facial, con 5000 años de antigüedad; los médicos griegos ya escribían tratados de belleza y formas de preparación de los maquillajes; también es bien conocido que el Imperio Romano practicaba formas de embellecimiento, como los baños en leche.
En la Edad Media se consideraba la cosmética como pecado y se tiene que dejar en el olvido, hasta que se retoma en el Renacimiento con mucha más fuerza; siempre las preparaciones las realizaban médicos o farmaceutas, con recetas que incluían productos naturales, mezclados con aceites esenciales y con alcoholes. En el siglo XVIII se da una verdadera expansión y el trabajo en cosmetología comienza a verse como ciencia y no como banalidad.
En el siglo XX los franceses, seguidos por los norteamericanos, desarrollan una verdadera industria farmacológica, apoyados por los nuevos descubrimientos científicos; los productos de belleza dejaron de convertirse en un lujo para ser una necesidad, tanto de hombres como de mujeres, siempre en concordancia con la publicidad de masas que estimula el consumo.
Según la Dra. Ana Gladis Miranda, el término de Cosmiatría fue empleado por primera vez en el año 1957 por Auriel Voina dermatólogo Rumano en el congreso Dermatológico de Estocolmo, refiriéndose a que era el manejo de la piel enferma con productos cosméticos o cosmética con formulaciones y tecnología farmacéutica.
Alan Khaiat, francés, deduce que la palabra “Cosmecéuticals” (cosmecéuticos) es la fusión de cosmético y farmacéutico. De manera que es importante que los dermatólogos presten mayor atención al manejo cosmiátrico del paciente, ya que no solo se encuentran problemas en personas de la tercera edad, sino también en adolescente y jóvenes que por la forma de vida y agresiones exteriores como el sol, polución, frío, viento, requieren tratamientos y orientación especifica y clara en técnicas como la depilación, mesoterapia, esclerosis de varices, implantes, botox, laser, antioxidantes, peeling, cosmetología hospitalaria en caso de alopecia posteriores a quimio y radioterapia, hirsutismo, angiomas, etc.
En este sentido, la cosmetología es entonces aquella que se ocupa de los cuidados estéticos de la piel sana, a diferencia de la Cosmiatría que trata cuidados tanto de piel sana como enferma, lo anterior, a través de productos cosméticos medicados siendo aquellos que se utilizan para resaltar la belleza, a diferencia de los productos cosmecéuticos que son cosméticos de interés netamente médicos.
La cosmética, básicamente, se ha encargado del maquillaje y del tratamiento o mejoras de algunos tipos de piel, ya sea a través de la hidratación, la descamación, el masaje que ayuda a fluir los líquidos estancados, etc.…, pero, ante la necesidad de encontrar un tratamiento adecuado para aquellas patologías dermatológicas que requieren mayor conocimiento de la fisiopatología de la alteración cutánea y que actúa de nexo entre la dermatología y la cosmética ha surgido la figura de la cosmiatría.
La dermatocosmiatría aporta un incalculable ayuda tanto a la dermatología como a la cirugía plástica, pero, sería absurdo pensar que no es útil, mientras se observe beneficios en todos aquellos pacientes que lo necesiten, como drenar un edema, favorecer la resolución de un hematoma o preparar una piel para soportar mejor el mal trato del cirujano. En estos momentos la cosmiatría está prestando gran utilidad a la flebología, mastología y porque no a la cirugía en general.
Para cada especialidad existen diferentes ramas o actividades, sin embargo, la cosmetología facial es quizás la más conocida y la más promocionada, después de todo el rostro siempre está al descubierto. La carrera de cosmetología se ofrece en diferentes institutos y en muchos países es prohibido ejercer sin contar con un título profesional.
Por otro lado, se considera que el éxito de la cosmiatría radica en hacerla bien y tener el conocimiento en biología, fisiología y fisiopatología de la piel, además de un profundo dominio de la clínica y terapéutica dermatológica. Aunque se es consciente que cualquier técnico o especialista puede desarrollar la estética, es el médico dermatólogo, con ese conocimiento el que puede ofrecer éxito y seguridad en los procedimientos cosméticos que los pacientes buscan afanadamente.
En cuanto al perfil de una cosmetóloga, es una profesional quien debe conocer ampliamente todas las ramas que abarcan la cosmetología y sus secretos. Su presencia personal debe ser agradable, con una cultura amplia y un carácter en el que prevalezcan la cortesía y la amabilidad.
La cosmetóloga debe cuidar su aspecto personal integral: higiene personal, uniforme impecable, cuidado de su cutis, atención al maquillaje y al peinado, y una especial atención a sus manos. Las manos son para una cosmetóloga su principal instrumento de trabajo: manos limpias, finas, llenas de destreza y seguridad. Manos libres de asperezas, grietas, infecciones, con uñas bien cortadas y limpias, arregladas sin esmaltes fuertes. Como instrumento de trabajo, las manos requieren de ejercicios para lograr y mantener la agilidad y destreza necesaria. La cosmetóloga, además, tiene que mantenerse informada de los descubrimientos y progresos de la ciencia, así como de los nuevos productos y tendencias. Aunque puede especializarse en alguna rama, no debe olvidar el estudio de todas las que componen su actividad.
El esteticista
El esteticismo nació con el romanticismo, el simbolismo, el impresionismo y la decadencia literaria de principios del siglo XIX. Anticipado ya en el siglo XVIII, a través del amoralismo estético de Wilhelm Heinse y su ideal renacentista del hombre de espíritu. Nace a partir de la idea de la estética, siendo esta una rama de la filosofía relacionada con la esencia y percepción de la belleza y la fealdad o en la diferencia entre lo bello y lo sublime. Hoy día se considera al esteticista como el especialista en el cuidado y embellecimiento del cuerpo humano, particularmente del rostro.
En cuanto al perfil del médico esteta resalta que éste debe cumplir con los requisitos de ser licenciado en medicina y posteriormente en cirugía y haber estudiado la especialidad de medicina estética que por lo menos debe ser de tres años, no de un fin de semana ni exprés, como lamentablemente sucede en muchas partes.
La preparación de éstos médicos estetas debe estar avalada por instituciones serias y formales, con reconocimiento de las dependencias públicas, en materia de salud y educación, sean nacionales o extranjeras, ya que lo que se le exigirá a este tipo de médicos es conocimientos, formación, responsabilidad, respeto, comprensión hacia el paciente y ética profesional.
Que el esteticista cuente con éste perfil permitirá reducir el riesgo en cualquier clínica estética o spa, ya que estará respetando los protocolos de actuación:
a) Utilizar todos aquellos elementos médicos de acuerdo con las circunstancias del paciente/ cliente.
b) Informar al paciente/ cliente de su diagnóstico, tratamiento y riesgos que implica el tratamiento.
c) Enfatizar que sólo se obtendrán los resultados esperados si se lleva al pie de la letra cada fase del tratamiento.
El médico esteta debe verse a sí mismo como aquel individuo que con base en su especialización no sólo puede devolver la belleza a un rostro o cuerpo, si no que puede ir mucho más allá otorgando calidad de vida con políticas médico-éticas que conllevan a cubrir las necesidades de revitalización, lentificación del envejecimiento, etc. Dichas labores aún más fortificadas con el apoyo de un Cosmiatra y/o cosmetólogo éticos y responsables.
Según el Dr. Cambria, Cirujano Plástico, el oficio del esteticista, exige a quienes lo practican, no sólo habilidad manual, cualidades psicológicas y mucho tacto, sino también una buena formación en todos los campos que afectan directa o indirectamente a la belleza del cuerpo humano y su aspecto exterior.
El profesional debe poseer excelentes conocimientos sobre la piel en cuanto a su estructura, su misión, su fisiología e incluso su patología. También es preciso nociones sobre la anatomía del cuerpo humano.
Debido a que la esteticista está llamada a ejercer su actividad sobre una materia viva, es necesario que disponga de una formación cultural suficiente para saber cómo está hecha esta materia, y como vive.
El uso de los modernos aparatos electrónicos y muchas veces computarizados que facilitan los tratamientos y mejora los resultados, son sin dudas verdaderos aliados que se disputan los médicos esteticistas y las cosmiatras, mas el agregado de otras técnicas no convencionales como la aromaterapia, la musicoterapia, el estado alfa, los colores y los tratamientos a base de células embrionarias como revitalizantes son sin duda elementos que han de contribuir al bienestar emocional y físico de los pacientes.
En Conjunto:
Es necesario establecer los límites de atención de la cosmetóloga y del dermatólogo. Sin embargo, no hay límites precisos, siempre queda una “tierra de nadie” y será, entonces, la cosmetóloga, a quien generalmente llega primero el paciente, y basado en sus conocimientos profundos y constante estudio, quien deberá saber derivar dicha paciente al especialista médico.
Se debe formar un verdadero equipo de trabajo, contando siempre, además, con el apoyo del químico cosmético, que aporta todos los conocimientos especializados en crear, desarrollar y formular productos cosméticos de calidad superior.
Según el Dr. Manuel Fontboté, el esteticista, por ejemplo, no tiene tiempo material para hacer higienizaciones profundas de la piel que, siendo tan necesarias en varias situaciones, exigen mucho tiempo y dedicación. ¿Cuántas veces se le pregunta al médico: “Doctor, cuándo podré hacerme una limpieza de cutis?”. Es entonces el mismo profesional el que deriva o devuelve su paciente a manos de la cosmetóloga para que su tratamiento a nivel sistémico sea complementado con el externo, obteniendo de esta manera, la máxima eficiencia con efectivos y valiosos resultados.
Es importantísimo que el dermatólogo o esteticista recomienden las higienizaciones y, además, maniobras en gabinete o cabina cosmetológica a modo de control y como terapia coadyuvante, para que las lesiones o alteraciones iniciales no lleguen a tener un carácter clínico o patológico.
Afortunadamente, es cada día mayor el número de médicos y hospitales que cuentan con servicios de cosmiatría y con el trabajo mancomunado y eficiente de ayuda y apoyo de la cosmetóloga. Son etapas que se van quemando y llegará a mediano plazo el momento en que la cosmiatra será, poco menos que indispensable, y el mejor signo es que los mismos médicos están pidiendo la realización de cursos de Cosmiatría o cosmetología, aumentando notoriamente su interés en la materia.
La cosmetología, cosmiatría y estética tienen entonces por objeto la aplicación y formulación de productos cosméticos y la utilización de técnicas y tratamientos con el fin de mantener en mejor forma el aspecto externo y el bienestar del ser humano.
El cosmetólogo(a), cosmiatra y deben dedicarse a su ocupaciones con plena conciencia de la responsabilidad personal que entraña su ejercicio así como de la calidad, eficacia, seriedad y pureza de los productos que empleen, recomienden o utilicen en su actividad. Además sus labores se rigen bajo los siguientes principios y criterios humanísticos, de salud e imagen personal, razón por la cual deben desarrollarse en centros destinados para ese fin o complementarios:
a) Se deben presentar en forma impecable, saludable e higiénica el centro de estética;
b) Obtener de las autoridades la autorización, el permiso o concepto de ubicación que exigen las normas provinciales y normas locales complementarias;
c) Utilizar equipos relacionados al ejercicio de la profesión, instrumentos e implementos debidamente esterilizados, y emplear materiales desechables en procedimientos de estética;
d) Dedicar el tiempo necesario al usuario en la prestación del servicio, con criterios de calidad, seriedad y honestidad;
e) Aplicar sus conocimientos, habilidades y destrezas en forma consciente, sobria y saludable sobre usuarios que no presenten enfermedades evidentes; de tener dudas, exigir una certificación de un profesional de la medicina, con preferencia de un dermatólogo;
f) Sólo aplicar y emplear medios diagnósticos o terapéuticos aceptados y reconocidos en forma legal;
g) Sólo emplear o utilizar en sus procedimientos productos debidamente autorizados u homologados por la autoridad competente;
h) No tratar a menores de edad sin la previa autorización de sus padres o representantes;
i) No exponer a los usuarios a riesgos injustificados y sólo con consciente autorización aplicar los tratamientos, elementos o procedimientos sobre la piel de su cliente.
Las tres profesiones precisan de la constante especialización, ya que el concepto de belleza se encuentra evolucionando de acuerdo al vertiginoso ritmo de la sociedad. Por ello se debe buscar la actualización constante, pero teniendo cuidado al elegir el tipo de instituciones al que se hará, basta recordar que la industria de la belleza ha demostrado un crecimiento arrollador en los últimos 20 años, razón por la cual las escuelas “patito” no se han hecho esperar.
Así que cada uno de ellos debe estar a la vanguardia asistiendo a congresos, diplomados, etc., para estar al tanto en los avances en técnicas, métodos, productos o aparatología (según sea el caso) pues lo más importante aquí es que cada especialista debe conocer cuáles son los alcances que puede llegar a tener con base en lo reglamentado por la Secretaría de Salud, o simplemente, en base a sus conocimientos reales."
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